Amazonía, pulmón verde del planeta y laboratorio de diaconado. Este fue uno de los temas que se afrontaron en el reciente encuentro promovido por las seis regiones eclesiásticas que forman la “región amazónica”. Ante un auditorio de 50 obispos y cientos de religiosos y laicos se habló de protección del ambiente a la luz de la Laudato si, pero también de evangelización en una región remota con poblaciones casi inaccesibles para el escaso clero que se concentra sobre todo en la ciudades. Una vez más, el tema “candente” fue planteado por el presidente de la Comisión Episcopal para la Amazonia, dom Claudio Hummes, quien exhortó a los participantes a “ser valientes en las propuestas”
“La Iglesia en Amazonía es exhortada y alentada por el Papa para hacer esta reforma”, declaró el purpurado, uno de los grandes electores de Bergoglio en el cónclave de marzo de 2013. “Él me dijo que tenemos que saber arriesgar, porque si no arriesgamos ya nos estamos equivocando”.
El cardenal emérito de San Pablo considera que la Amazonía vive un acentuado proceso de urbanización que obliga a los indígenas a emigrar hacia las ciudades, generando el fenómeno del “indio urbano”. Como las ciudades de destino no cuentan con estructuras para recibir a todos, los que van llegando se suman a los anteriores y “forman grandes bolsones de pobreza”. Hummes se refirió también a los católicos que migran hacia las iglesias evangélicas por la fuerte presencia que estas tienen en las zonas periféricas, tal como ocurre, precisamente, en las regiones indígenas. Por último afrontó el punto más sensible: las comunidades que se encuentran a orillas de los ríos amazónicos son vulnerables y están desatendidas debido a la falta de misioneros que vivan con ellas.
Planteó entonces dos posibles soluciones: establecer una verdadera autonomía para los diáconos casados y la formación de clero indígena. “Si la Iglesia católica no quiere seguir perdiendo grandes contingentes de fieles” explicó Hummes, “debe pensar en pastores que residan en las comunidades, que sean una presencia constante en el lugar”. Los pentecostales operan de esa manera, observó el purpurado. Reveló entonces que el Papa Francisco, “frente a nuestra carencia de ministros con residencia estable, sigue sugiriendo que se ordenen más diáconos permanentes casados, autóctonos y también indígenas, que vivan y convivan con las comunidades que se les han confiado”.
Para el cardenal emérito de San Pablo, entre tanto “es necesario dar autonomía pastoral adecuada a los diáconos permanentes, para que realmente puedan hacerse cargo de las comunidades con una responsabilidad propia y no solo como delegados del sacerdote de la parroquia del lugar”.