LOS MÁRTIRES NO MUEREN EN VANO. Algunos entretelones sobre las tratativas y la solución de un impasse que hubiera podido frustrar el histórico encuentro Francisco-Kirill

El Papa Francisco y el Patriarca Kirill
El Papa Francisco y el Patriarca Kirill

El 26 de enero pasado, primero en Italia y después en Estados Unidos, se publicó la noticia de que era posible y probable un encuentro entre Francisco y Kirill “bajo el cielo de los trópicos”. La revelación, clamorosa, fue inmediatamente desmentida por un alto responsable del Patriarcado de Moscú. La Iglesia Rusa aclaró a través de su portavoz, el hieromonje Stefan (Igumnov), que el hipotético encuentro entre el Patriarca Kirill (que próximamente visitará Cuba) y el Papa Francisco en un país del Caribe “no tiene ningún fundamento”.

La agencia Interfax, cuando informa sobre la desmentida del Departamento del Patriarcado de Moscú para las relaciones internacionales, agrega: “Los programas del Patriarca y el Papa en América Latina no se cruzan”, porque “visitarán países completamente diferentes, aunque en el mismo continente”. El portavoz ortodoxo recordó que muchas veces aparecen en la prensa noticias sobre un encuentro y en cada oportunidad se aclara que las discusiones sobre dicha posibilidad siempre están en la agenda de las relaciones bilaterales, pero “el calendario y el lugar de esa reunión aún no se han establecido”.

La desmentida del Patriarcado –diez díaz antes del anuncio histórico del viernes pasado- era correcta y correspondía a la verdad. El Vaticano hubiera dicho lo mismo aunque prefirió el silencio. El 26 de enero las tratativas ya llevaban varios meses y estaban en pleno desarrollo, pero todavía faltaba, por una parte, la aprobación bilateral del texto de la Declaración Común con la que debe necesariamente concluir el encuentro, y por la otra, acordar algunos “detalles” protocolares del evento en La Habana. Pero, como hicieron notar algunos observadores, de la desmentida tan perentoria y clara quedaba en pie una frase significativa: “las discusiones sobre esta posibilidad (encuentro) siempre están en la agenda de las relaciones bilaterales”. Era un mensaje cifrado pero muy claro y destinado a muchos oídos. Quería decir: en este momento no es verdad, pero las tratativas están en curso.

Sin embargo, la situación se resolvió con posterioridad en pocas horas; tal como explicó ayer el Metropolita Hilarion en Moscú, en un clima “de emergencia”. Esto no contradice las declaraciones que contemporáneamente hacía en Roma el padre F. Lombardi, portavoz vaticano, quien habló de “un encuentro preparado desde hace mucho tiempo”. Ambas declaraciones decían la verdad, porque faltaba el consenso bilateral definitivo que requería superar algunos aspectos.

La aceleración que condujo a la feliz conclusión de la compleja y delicada tratativa, después de tantos meses, comenzó recién los últimos dos días de enero. El Vaticano (Francisco) y Moscú (Cirilo) –sus sherpas y emisarios- decidieron, con coraje y generosidad, dejar de lado algunos términos de la negociación y poner en primer lugar, por encima de todo lo demás, “la sangre del martirio”: los miles de cristianos muertos y perseguidos solamente por ser cristianos. Esta “sangre del martirio” no solo permitirá el privilegio de presenciar el abrazo entre Kirill y Francisco sino que es también la esencia misma del encuentro del próximo 12 de febrero. La sangre derramada demostrará ser para todos, incluso para los asesinos, fecunda y fuente de esperanza, sobre todo de misericordia, para todos los cristianos del mundo. Los mártires de estos años no han muerto en vano, ellos son los verdaderos artífices del encuentro.

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