MUJICA Y LA “POBREZA NOBLE” QUE FASCINA A LOS JAPONESES. El ex presidente de Uruguay arrasa en el País del Sol Naciente. Cuatro libros recién publicados

“Saber estar contento con lo que uno tiene”
“Saber estar contento con lo que uno tiene”

Ya no es presidente desde marzo de este año. Después de cinco años de gobierno de izquierda, José “Pepe” Mujica le dejó el lugar a Tabaré Vázquez, también del Frente Amplio que gobierna Uruguay desde hace una década, pero la fama del ex presidente sigue creciendo mucho más allá de las fronteras del pequeño país sudamericano. Y cruza el océano. En Japón el “fenómeno Mujica” está en pleno auge. “Todo empezó con el famoso discurso de Río de Janeiro en 2012”, explica desde las páginas de la revista Brecha el estudiante japonés Kazunori Hamada, licenciado en la Universidad de Tokio e investigador de Literatura Hispanoamericana. Ese mismo 2012 Hamada voló a Montevideo, hasta la sencilla casa del entonces presidente José Mujica. El discurso de 2012 –explica Kazunori Hamada- fue traducido al japonés, y el video en Youtube atrajo la atención del público de su país y de algunos programas de televisión, que apuntaron las cámaras hacia “el presidente más pobre del mundo”.

Desde entonces la fama de Mujica siguió creciendo en Japón hasta el día de hoy, y dio origen a un verdadero boom editorial.

En 2013 la casa editorial Yoshimi Kusaba, junto con el monje ilustrador Manabu Nakagawa, publicó el libro El discurso del presidente más pobre del mundo, una novela cuyo protagonista es un niño con ojos rasgados que crece alimentándose con las palabras de Pepe el uruguayo. La edición superó los 150 mil ejemplares, con gran sorpresa de los editores porque era un personaje desconocido hasta ese momento, sorpresa que resultó mayor todavía a principios de 2015, cuando el libro ganó el Gran Premio Amazon Ranking en la categoría de ilustrados infantiles. La misma casa editorial, considerando el éxito alcanzado por el primer libro, publicó el segundo, Del presidente más pobre del mundo para ti, con textos de Mujica. Al que siguió Las palabras de José Mujica, el presidente más pobre del mundo, de Miyudi Sato, que hilvana armoniosamente las frases del mandatario uruguayo. El último de la serie, que acaba de aparecer en las librerías japonesas, es Una oveja negra en el poder. Confesiones e intimidades de Pepe Mujica, de Andrés Danza y Ernesto Tulbovitz, una traducción con adaptaciones del original publicado en el país de nacimiento de Mujica cuyo título resulta más familiar para un latinoamericano que los fonemas 日本語 Nihongo.

Parece razonable preguntarse a qué se debe la popularidad del autor-presidente de un país lejano para Japón no solo en kilómetros sino sobre todo en historia y cultura. La respuesta del estudiante Kazunori Hamada se centra en una palabra impronunciable para un latinoamericano: “Taru wo shiru”, que en una traducción libre significa “saber estar contento con lo que uno tiene”, una sabia regla ética arraigada en la cultura del archipiélago nipón, que en el curso de su historia ha vivido momentos trágicos y épocas de graves carencias de alimentos. “Por eso no es raro que sintamos afinidad con el pensamiento de Mujica”, insiste Kazunori Hamada, abocado a una tesis sobre Filisberto Hernández, escritor y pianista, Juan Carlos Onetti y Juan José Saer, nacido en la provincia de Santa Fe de la vecina Argentina, de inmigrantes sirios.

Kazunori Hamada comenta que en los años de la burbuja especulativa (1986-1992) se redescubrió el seihin, otra palabra japonesa con un significado complejo, algo así como vivir en la pobreza pero con dignidad, que se difundió gracias a un ensayo del crítico literario Koji Nakano publicado en 1992, que también se convirtió en un verdadero best seller. El elogio de la pobreza noble y de la vida austera lo hacía alguien que vivía en la opulencia, es cierto, dice con ironía el estudiante, pero aún así daba forma a un estatus que se miraba con respeto.

Actualmente la situación ha cambiado, observa Kazunori Hamada: “Japón ha sufrido una recesión económica y su economía ha retrocedido en el rating de los países asiáticos y occidentales; el salario medio mensual de un licenciado es más bajo que el de un colega de Corea del Sud, ha bajado la tasa de natalidad y los aportes previsionales debe tomar en cuenta un número creciente de futuros jubilados, los beneficios sociales retroceden y la salud pública pierde nivel y calidad”.

Son cambios que acercan el “saber estar contento con lo que uno tiene” de Mujica a la pobreza noble de los japoneses.

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