Acaban de concluir la olimpíadas indígenas y ya se piensa en la próxima edición, cuando miles de atletas indígenas están emprendiendo el camino de regreso a sus comunidades de origen, 23 etnias locales y otras 22 de diferentes naciones, incluyendo algunos atletas provenientes de tribus africanas y aborígenes australianos. Todos ellos se reunieron en Brasil a fines de octubre, donde protagonizaron los primeros Juegos mundiales de pueblos indígenas. El evento tuvo lugar en la ciudad de Palmas, capital del Estado amazónico de Tocantinis. Un total de casi dos mil atletas se enfrentaron en diversas disciplinas como el tiro de arco, juego de la soga, tiro de lanza, corrida de tronco, y también el xiknahiti, un juego parecido al fútbol pero que se practica a gatas o “en cuatro patas” y solo con la cabeza. El fútbol clásico, naturalmente, tuvo su lugar, porque también para los indios es “pasión de multitudes”.
El evento deportivo no podía dejar de reflejar las tensiones entre las comunidades indígenas, que constituyen cerca del 0,5% de la población del país (200 millones de habitantes) y las de origen europeo. Según el Consejo Misionero de la Iglesia Católica para los Pueblos Indígenas (CIMI), 138 indígenas murieron en enfrentamientos por la tierra el año pasado, lo que significa un incremento del 130% respecto de 2013.