“Cuando escuché por primera vez la Misa Criolla era estudiante, creo que de teología, pero no recuerdo bien”, contó el Papa en la entrevista exclusiva del domingo a La Nación. “Y me gustó mucho. Me gustó mucho el Cordero de Dios, que es de una belleza impresionante. De lo que no me olvido nunca es de que la escuché cantada por Mercedes Sosa”. Y Francisco volverá a escucharla el próximo domingo 12 de diciembre durante la misa solemne en San Pedro para celebrar la fiesta de la Virgen de Guadalupe, patrona de América Latina. Aunque el Agnello di Dio no será la única pieza que escuchará el Papa de la célebre Misa Criolla, obra del compositor argentino Ariel Ramírez que este año festeja su cincuentenario. Y también se cumplen cincuenta años de otro acontecimiento importante de la historia latinoamericana. “Al celebrar el Día de la Virgen de Guadalupe, patrona de América, el 12 de diciembre, y los 50 años de la Misa criolla, estamos conmemorando un camino de la Iglesia latinoamericana”, comentó el Papa en la entrevista al diario argentino. Un recorrido que comenzó precisamente hace cincuenta años con “la primera reunión del Consejo Episcopal Latinoamericano, impulsada por monseñor Larrain”, que “no se puede ignorar porque es un camino de toma de conciencia de una Iglesia en América Latina y de maduración en la fe”.
Medio siglo de historia latinoamericana que confluirá en Roma dentro de pocos días con las notas de la Misa Criolla, interpretada por un grupo de argentinos junto con un coro romano y con la dirección del pianista Facundo Ramírez, hijo de su autor, Ariel Ramírez. (Una Misa criolla para el Papa). ).
“Mira, yo no creo en casualidades. Es como si hubiera una conspiración del universo”, dice Patricia Sosa, la voz solista del grupo, cuando explica a Tierras de América las circunstancias que la llevarán a cantar delante del Papa. “Justamente para festejar los 50 años de la Misa Criolla aquí en Argentina estábamos trabajando desde hace tiempo en una serie de presentaciones”, cuenta. “Un día a alguien se le ocurrió la idea de escribir al Vaticano. Obviamente no nos hacíamos ilusiones, pero escribimos. Al día siguiente ya teníamos la respuesta. Cuando Facundo me hizo leer el mail, nos pusimos a llorar, no lo podíamos creer”, recuerda la cantante. “Fue –y sigue siendo- una emoción enorme. Vamos a cantar en medio de las columnas de Bernini y será un concierto especial, porque nosotros cantaremos mientras Francisco celebra la misa. Será como un diálogo con él”, explica. “Nos han dicho: “van a verlos cerca de 800 millones de personas. Y nosotros les contestamos: “¡es demasiado!”. Después nos dieron instrucciones sobre el protocolo, cómo comportarnos, la ropa que debíamos llevar. Mi vestido será azul oscuro, con mangas, obviamente sin escote. Austero. Por otra parte austeridad es la palabra de orden del Papa”.
No hay duda de que Patricia Sosa forma parte a pleno título de la historia de lo que en Buenos Aires llaman “rock nacional”. Fue la primera mujer en la historia del rock en liderar una banda (en la década del ’80 con “La Torre”), antes de comenzar una brillante carrera como solista. Sus declaraciones nunca son siperficiales y a menudo van contra corriente. Hace pocas semanas provocó un gran revuelo en Argentina la publicación de una entrevista donde ataca decididamente la droga y la banalización de su uso –sobre todo de las livianas- en el mundo del espectáculo. “¡Detesto las drogas!”, dijo en esa oportunidad, y contó también que tenía dos sobrinos internados en institutos de drogadependientes. “Los famosos deberían ser más responsables con el mensaje que transmiten. Posar en una revista a favor de las drogas es inmadurez. Es no pensar en el prójimo”.
Palabras con las que probablemente Bergoglio estaría plenamente de acuerdo, así como la ha alentado en sus actividades benéficas. “Pero no lo hizo directamente. Me hizo llegar un mensaje por medio de una tercera persona”, aclara Patricia Sosa, quien no tiene ningún interés en que los reflectores mediáticos apunten hacia su obra. Su fundación “Pequeños gestos” se dedica especialmente a socorrer poblaciones indígenas de la paupérrima provincia de Chaco, en el norte argentino. “Empezamos ayudando a 100 personas y terminamos con 300. Tratamos de transmitir la cultura del trabajo por medio de la formación de cooperativas. De esa manera, por ejemplo, un grupo de artesanos pudo salir de la selva. Ahora viajan por las ferias del país para vender sus productos y tienen bastante éxito, porque son productos auténticamente indígenas”. Otra actividad consiste en construir cajas que después se venden a las casas de música para fabricar instrumentos musicales. Y también colaboran con casas y escuelas, cerca de diez, que edificaron en toda la provincia.
Antes de despedirnos le pedimos que nos dijera qué piensa sobre el Papa. “Lo adoro”, respondió con entusiasmo. “Creo que ha llegado en el momento oportuno. Tiene la misión de pacificar y ordenar, de abrir la Iglesia a gente que se sentía excluida; pienso en los gay y en los divorciados. Rezo por él todos los días. Ha llegado para renovar la fe. Y lo hace predicando con el ejemplo”. Todavía quedaron unos momentos para hablar sobre los proyectos para el futuro. “A fin de año la Misa Criolla se hará también en las calles de Buenos Aires. Después iré a Málaga. A la vuelta comenzaremos un tour durante todo el verano por Argentina. En mayo, Chucho Valdés, uno de los más importantes pianistas del mundo, me buscó y vamos a grabar un álbum y también participaremos en el Montreux Jazz Festival, en julio. Y por último voy a grabar mi nuevo disco”.