Si la Santa María, buque insignia de Cristóbal Colón, se encuentra realmente en el fondo marino de la costa de Haití, como afirma el arqueólogo estadounidense Barry Clifford; si la Unesco decide destinar los recursos necesarios para confirmarlo; si la recuperación fuera técnicamente posible y el estado de conservación de la nave lo permitiera después de estar cinco siglos expuestos a la erosión marina; entonces, y solo entonces, se podrá saber también si efectivamente se hundió como dicen los libros de Historia o si fue atacada y quemada por los indígenas en la prrimera reacción contra los colonizadores blancos, como afirma el historiador luso estadounidense Manuel Rosa.
Rosa declaró en estos días que había presentado a la Organización de las Naciones Unidas para la ciencia y la cultura y al gobierno de Haití, pruebas irrefutables de que el destino de la Santa María no fue el que refirió el almirante genovés y adoptó la posteridad. “La carabela, que habían renombrado Fuerte Natividad, fue traspasada el 2 de enero de 1493 por un disparo de cañón ordenado por el navegante y estaba varada intencionalmente en la playa Caracol, donde servía de vivienda a los hombres desterrados cuando Colón regresó a España”, afirma el historiador al cabo de sus investigaciones. “Pasados unos meses, mientras Colón estaba en España, los nativos atacaron a los ocupantes europeos, matando uno por uno y prendiendo fuego a la Santa María, en lo que puede considerarse su primera rebelión contra los europeos”,
La teoría de Rosa ha sido aceptada por las Naciones Unidas como una hipótesis a verificar. Considerando todas las condiciones enumeradas al comienzo.