Los diarios de la antigua Hispaniola, actualmente dividida entre Haití y República Dominicana, son cautelosos. El presunto descubrimiento de los restos de la nave almirante de Cristóbal Colón, la Santa María, que fue anunciado por el periódico inglés “The Independent”, se informa con prudencia y muchos interrogantes. ¿Superstición? ¿Escepticismo? Un poco de cada uno. Y mucha impotencia. Los haitianos y dominicanos saben que ellos solamente pueden estar a la expectativa de los “descubrimientos” de los científicos del norte, que cuentan con recursos y el equipamiento necesario. Y los científicos dicen que están convencidos de haber encontrado los restos de la carabela a poca distancia de la costa septentrional de Haití. “Todos los indicios sugieren que efectivamente puede encontrarse en ese lugar”, dijo Barry Clifford, jefe de una de las recientes expediciones a la zona. Por su parte, Clifford tiene un curriculum digno de respeto. Él encontró los restos del único barco pirata que se ha identificado con absoluta certeza, el Whydah de Black Sam Bellamy, y recientemente descubrió el barco hundido del capitán Kidd en la costa de Madagascar. El tercer logro, con la Santa María, sería su obra maestra.
La Santa Maria se fue a pique aproximadamente dos meses después del descubrimiento de América: fue arrastrada por la corriente hacia un banco de corales y el almirante se vio obligado a abandonarla. Poco después el navegante genovés construyó, en correspondencia con el lugar del hundimiento, el fuerte cuyos restos fueron encontrados en 2003.
Por el momento los arqueólogos se han limitado a hacer relevamientos y fotografías que confirmarían que esos restos corresponden a un fuerte levantado por Cristoban Colón en un punto cercano de la costa. Relacionando esta posición con lo que el mismo Coloón escribió en su diario, Clifford ha identificado la zona donde podrían encontrarse los restos de la Santa María.
Otra expedición, hace aproximadamente diez años, ya había encontrado y fotografiado restos, pero nunca fueron identificados. Clifford está convencido de que todo coincide, empezando por las palabras del gran navegante genovés, quien dijo con claridad que la nave se hundió delante del fuerte.
Los estadounidenses miran a largo plazo y ya piensan en llevar la Santa María a tierra, reconstruirla, izar de nuevo las velas al viento y, por qué no, hacerla navegar para deleite de los turistas que acudirían a visitar la reliquia y el país destruido por el terremoto.