Alce Negro, el jefe indio que supo unir la cultura piel roja con la cristiana, será reconocido como santo. En su artículo, titulado Black Elk, the Lakota medicine man turned Catholic teacher, is promoted for sainthood, los autores Costello y Sweeney relatan: «En Nuestra Señora de los Sioux, una pequeña iglesia católica de Oglala, en South Dakota, George Looks Twice está esperando. Looks Twice, de 83 años, tiene un palo junto al tambor donde está sentado, mientras el sacerdote entona la oración eucarística. Está esperando el momento de la consagración, cuando el pan se convierte en el Cuerpo de Cristo. Y en vez de repicar la campanilla, Looks Twice batirá tres veces el tambor, el toque de honor que resuena en la “Sun dance” y en otras composiciones tradicionales de Lakota. El tambor rendirá honores a Jesús, a quien los lakota llaman Wanikiya, “Aquel que hace vivir”.»
En este día de fiesta del pasado mes de octubre, en la parroquia donde Alce Negro (Black Elk) desarrolló la mayor parte de su trabajo pastoral, el aura de santidad es algo palpable. George Looks Twice es nieto de Nicholas Black Elk (nombre de bautismo de Alce Negro), y en 2012, antes de la Santa Misa por la canonización de Kateri Tekakwitha (primera santa nativa de América del Norte), él expresó la esperanza de que su abuelo fuera canonizado en el futuro durante una conversación con Mark Thiel, un archivero de Marquette University.
Conocido sobre todo como el hombre de la medicina de Lakota, presente en muchos eventos representativos de la lucha de la América originaria contra las fuerzas de la industrialización y del colonialismo, muy pocos saben que durante cincuenta años fue un incansable activista católico.
Su conversión se produjo en 1904, a los cuarenta años, como resultado de un proceso que comenzó cuando un jesuita se opuso a una ceremonia de curación que Alce Negro estaba realizando. A partir de ese momento se hizo famoso por su capacidad para memorizar las Sagradas Escrituras y por su dinámica predicación. Durante décadas fue catequista y realizó numerosos viajes misioneros a otras reservas. A él se atribuye la incorporación a la Iglesia Católica Romana de unas 400 personas.
El sufrimiento siempre estuvo presente en su vida, como la pérdida de su primera esposa y la muerte de tres hijos y dos hijastras. Él mismo padecía tuberculosis desde 1912, pero Alce Negro nunca se lamentaba de sus aflicciones y proclamó hasta el último instante su fe católica: “Ahora mi corazón está triste, pero mi corazón nunca se volverá malo” escribió en una carta de 1948. “Desde que Wakan Tanka (nombre de Dios en lengua lakota) le dio la luz a mi corazón, está en la luz que no tiene fin”. Por eso los obispos estadounidenses, después del último encuentro de la Conferencia episcopal en Baltimore, dieron comienzo al proceso de beatificación que podría elevar a los altares al legendario jefe Sioux, si se resuelve favorablemente.
Pero en la reserva Pine Ridge (donde nació Nicholas) y en la comunidad originaria de América del Norte en general, la canonización de este dirigente ha provocado una gran controversia. Algunos están convencidos de que este acto es una continuación del rol que tuvo la Iglesia en la colonización. Pero Maka Clifford, coordinador de la Escuela Indígena de Red Clud, resolvió satisfactoriamente el dilema. Por el momento, su principal objetivo es comprender cómo ser indígena en la sociedad moderna: “La historia ha producido una sociedad que siente la necesidad de autenticarse”. Dice que la participación en actividades que se consideran no tradicionales expone a las personas a la crítica de que no son realmente indígenas, y considera que el testimonio de Alce Negro, como indígena y posible santo católico es un recurso para el proceso de descolonización y sanación. “Tengo la esperanza de que podamos aprender, de que podamos ser indígenas y todas esas otras cosas al mismo tiempo: católico, ciudadano, diplomático, científico, etc. Tengo la esperanza de que ser indígena no sea una limitación. Y Black Elk forma parte de ese diálogo”.
Ese es precisamente el mensaje que, hace más de un siglo, transmitió en su catequesis Alce Negro. Hoy su diócesis usa el “smudging”, la costumbre nativa de quemar salvia o cedro para la purificación, y entona la Canción lakota ‘Four Directions’ durante la Misa de Navidad, demostrando que es posible resolver muchas incertidumbres sobre la manera como el catolicismo y las prácticas lakota pueden formar, juntos, una casa espiritual.
“El sacerdote eleva la hostia y Looks Twice hace sonar tres veces el tambor. Black Elk enseñó que el tambor es el corazón que palpita en el centro del universo, y dijo que “la voz de Wakan Tanka (el Gran Espíritu), y este sonido nos alientan y nos ayudan a comprender el misterio y el poder de todas las cosas”. La hostia permanece en el aire, la asamblea está en silencio y el tambor resuena, llenando la pequeña iglesia”.