Un mes de julio para olvidar en la Iglesia mexicana. Primero Luis López Villa, 71 años, que hace apenas unos días, el miércoles 5 de julio, fue asesinado por criminales que lograron entrar en su parroquia, San Isidro Labrador en el municipio de Los Reyes, un pequeño centro de la diócesis de Nezahualcóyotl, al este del estado de México. Dos días antes, el párroco de una iglesia del barrio Juventino Rosas, delegación de Iztacalco, en plena Ciudad de México. Al primero – informan fuentes de la policía – lo encontraron atado de pies y manos con cinta adhesiva y heridas profundas, una en el cuello y otra en el costado izquierdo del tórax, provocadas por un arma punzante. El segundo se salvó por un pelo cuando los tres encapuchados que habían irrumpido en la casa parroquial comprobaron que él no era la persona que debían eliminar. En este último caso la crónica que publican los diarios mexicano cuenta que uno de los agresores miró una fotografía en el teléfono celular poco antes de que su cómplice apretara el gatillo y se dio cuenta que el sacerdote de 54 años que se encontraba a sus pies no era el que debían ajusticiar. “No eres el que buscamos, olvídalo”, parece que le dijeron antes de huir.
Los reiterados actos de violencia contra los sacerdotes mexicanos siguen impunes. Por eso no se puede ni se debe olvidarlos.
También en México, el pasado 6 de junio había sido asesinado Jorge Antonio Díaz Pérez, un sacerdote que, según la diócesis de San Luis Potosí a la que pertenecía, en el momento de su muerte se encontraba suspendido por motivos disciplinarios. A principios de año se produjo también el homicidio del padre Joaquín Hernández Sifuentes. Había desaparecido el 3 de enero y su cadáver fue encontrado más de una semana después. Yendo hacia atrás, la lista es larga. El Centro Católico Multimedial de Ciudad de México, un observatorio relacionado con la arquidiócesis, lleva un registro detallado de los actos de violencia padecidos por los religiosos, que hasta la actualidad suma 18 sacerdotes asesinados en los últimos seis años. Los archivos del organismo documentan también 63 atentados contra miembros de la Iglesia católica en los últimos 26 años, dos de los cuales todavía se encuentran desaparecidos y dos intentos de secuestro fracasaron. Reduciendo el período analizado a las presidencias de Vicente Fox (diciembre de 2000 a noviembre de 2006), Felipe Calderón (diciembre de 2006 a noviembre de 2012) y el actual Enrique Peña Nieto, el listado de las víctimas lo encabeza un cardenal y siguen 43 sacerdotes, 1 diácono, 4 religiosos, 9 laicos y una periodista católica.