Miguel d’Escoto falleció el jueves, tal como lo deseaba, ejerciendo nuevamente sus funciones y con la vieja suspensión a divinis revocada. Tenía 84 años y una vida que desde su juventud había integrado las filas de la revolución. Participó en la insurrección sandinista de Nicaragua en julio de 1979 siendo sacerdote de Maryknoll, donde fue ordenado en 1961, precisamente el mismo año que nació el Frente Sandinista de Liberación Nacional, en cuyas filas militó desde el principio. Después, cuando la revolución derribó al último Somoza, Anastasio, formó parte del primer gobierno sandinista como ministro de Relaciones Exteriores y continuó después con diversas responsabilidades políticas nacionales en los gobiernos encabezados por Daniel Ortega desde 1979 hasta 1990. Eso le valió primero una admonición y posteriormente la suspensión a divinis, aplicada por el cardenal Ratzinger en calidad de Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe durante el papado de Juan Pablo II, el 5 de enero de 1985.
El recuerdo del dedo admonitorio del pontífice polaco levantado ante los curas sandinistas en el aeropuerto de Managua, rebautizado Augusto César Sandino, ha quedado muy lejos en el tiempo, en los años de “entre sandinismo y revolución no hay contradicción” coreado a todo pulmón en la plaza de Managua, durante la celebración de Juan Pablo II en su cuarto año de pontificado. Pero muy lejos también de la mentalidad de los que recibieron aquel reproche y, como en el caso de d’Escoto, sufrieron la excomunión eclesiástica y buscaron en silencio la reconciliación.
La última imagen de d’Escoto lo muestra en primer plano detrás del altar mientras preside la primera celebración eucarística después que fue revocada la suspensión, el 14 de agosto de 2014. Junto a él, sentado y con ornamentos multicolores, otro rostro conocido de la iconografía sandinista, el sacerdote franciscano Uriel Molina Oliú, fundador del Centro Antonio Valdivieso, uno de los motores centroamericanos de la Teología de la Liberación. La fotografía fue tomada por el fotógrafo del portal del gobierno de Nicaragua, “El 19 digital”, y muestra a d’Escoto anciano y serio, solemne y al mismo tiempo feliz por la celebración que finalmente está presidiendo. “Yo me siento feliz y agradecido con el santo padre por haberme quitado esa suspensión a divinis que me impedía celebrar la misa”, dijo emocionado al cronista del sitio oficial on-line cuando terminó la misa. Después explicó que la prohibición canónica había sido levantada por el Papa Francisco en respuesta a una carta donde él le pedía que le permitiera volver a celebrar misa “antes de morir”.
Cuando recibió la noticia de que la suspensión había sido revocada, el sacerdote reconoció que había llorado y agregó que Dios le había dado la gracia de llevar aquel peso sin remordimientos ni rencores contra quien le había impuesto el castigo, “con mucho amor a la Iglesia; sin celebrar la Santa Misa pero viviendo una espiritualidad eucarística”.
El portal sandinista “El 19 digital” de Nicaragua, que había dado la noticia de la revocatoria de la suspensión, anunció ayer la desaparición de d’Escoto diciendo que “Parte hacia otro plano de vida”.
De los sacerdotes que participaron en el gobierno solo queda con vida el poeta Ernesto Cardenal, con posiciones muy críticas respecto de sus antiguos compañeros, Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo en primer lugar. Fernando Cardenal, que fue Ministro de Educación entre 1984 y 1990, y no tiene lazos familiares con Ernesto aunque comparten el mismo apellido, falleció el 20 de febrero de 2016.