De beato de América a Doctor de la Iglesia es un gran salto, pero ya hay algunos que empiezan a tomar impulso para darlo, según la estrategia que aconseja apuntar a cien para obtener cincuenta. Como es sabido, Romero se encuentra en lista de espera como futuro santo y el objetivo podría no estar demasiado cerca. Los obispos salvadoreños en pleno concurrirán a Roma el 24 de marzo para cumplir su visita ad limina y ya se ha programado una audiencia colectiva con el Papa Francisco. Escucharán las novedades, si las hay, con esperanza y realismo, pero en la retaguardia de los admiradores del obispo mártir hay quienes ya encienden los motores para lanzar su candidatura nada menos que como Doctor de la Iglesia.
La propuesta – anticipa el sitio especializado SuperMartyrio – será presentada por Robert Pelton, sacerdote estadounidense que desde hace treinta años organiza las jornadas romerianas en la Universidad de Notre Dame, Indiana. Este año el evento en la importante institución católica tendrá lugar en fecha muy cercana al fatídico día del asesinato del beato Romero, el 24 de marzo. Comenzará con una misa presidida por el cardenal de Manila Luis Antonio Tagle y concluirá con un plenario en presencia del cardenal hondureño Óscar Rodríguez Maradiaga. Entre la ponencias organizadas por el anfitrión, miembro de la Facultad de Teología de la Universidad y autor del libro “Monseñor Romero: un obispo del tercer milenio”, será lanzada la propuesta.
La audacia del reclamo no parece desanimar al padre Pelton, ni tampoco los antecedentes estadísticos sobre el exiguo número de personas a quienes la Iglesia ha honrado con el título máximo de Doctor, que solo son treinta y seis en dos milenios de historia cristiano católica. ¿Estará Romero en condiciones de aprobar el examen de eminens doctrina e insigna vitae dispuesto por el Papa Lambertini para obtener la Ecclesiae declaratio que alcanzaron san Agustín y santo Tomás?
Monseñor Ricardo Urioste, ya fallecido y gran amigo de Romero, en el año 2005 respondió esa misma pregunta, en la misma Universidad estadounidense, con otra pregunta: “¿Puede decirme otro lugar en el mundo donde se están estudiando las homilías de un obispo que ha estado muerto por 25 años?”, relata SuperMartyrio.
«A pesar de una alta reputación como “sabio”, queda un problema», advierte SuperMartyrio, «que Romero no fue un académico. Pero por eso no deja de tener un gran impacto sobre la teología», argumenta el Prof. Michael Lee, profesor adjunto de Teología de la Universidad de Fordham latinoamericana y del Latino Studies Institute, uno de los estudiosos que han asistido en varias oportunidades al “Romero Days”. En una nota en la prensa salvadoreña, Lee explica que Romero, «aunque no ostentaba un título de doctorado, no tenía nombramiento en una universidad y nunca publicó un libro o un artículo académico», aun así «dejó un rico legado teológico». Según Lee, en el caso de Romero, «su predicación y ministerio sirvieron, como ha demostrado Martin Maier [jesuita alemán director de Stimmen der Zeit y profesor visitante de la Universidad de América Central de El Salvador, que suele escribir sobre Romero], de inspiración teológica».
Una teología estrechamente relacionada con la pastoral, como la prefiere el Papa Francisco. El padre Pelton considera que esto es suficiente para proponer a Romero como “Doctor pastoral de la Iglesia Universal”, según el ejemplo de san Ambrosio de Milán en el siglo IV, quien fue, explica SuperMartyrio, «el primer obispo en ser reconocido como doctor pastoral».
En definitiva, nada impide que Óscar Arnulfo Romero, después de ser proclamado santo, pueda convertirse también en el primer “Doctor de la Iglesia” de América Latina.