Combativo como siempre y con 85 años bien llevados. La marcha por las calles estrechas y polvorientas, entre cobertizos y casas sin terminar, para recordar a dos jóvenes muertos por la policía en una villa miseria de la periferia de Buenos Aires no lo ha dejado exhausto ni mucho menos. A Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz 1980, arrestado y torturado por los militares argentinos en 1977, todavía le quedan energías para mandarle un mensaje a ese Trump que tanto aprecia la tortura y quisiera volver a usarla. “Es un hombre que hará mucho daño” dice sacudiendo la cabeza blanca. “Es propio de una mentalidad arrogante y totalitaria pensar que el castigo corporal induce a decir la verdad, incluso la que no es verdadera, con tal de que termine la tortura”. Concluye su intervención el día de la memoria del asesinato de los dos villeros alentando a “no dejar de sonreírle a la vida” y baja del precario palco de tablones sostenido por el brazo del padre José María di Paola.
Señor Pérez Esquivel ¿hay buenas razones para sonreírle a la vida?
El día que dejemos de hacerlo, querrá decir que hemos perdido la esperanza y que nos han derrotado. Fíjese bien que cuando se pierde la esperanza, también se pierde la capacidad de luchar, la convicción de que se puede cambiar una determinada situación. Para sostener el compromiso hay que tener una esperanza, un objetivo, un sentido de la vida y de la lucha. De esa manera se puede sonreír a la vida en cualquier situación, resistir, no bajar la guardia. Eso es lo que da la fuerza para seguir adelante. El que lucha por cambiar la vida no puede vivir amargado.
¿Usted cree que en Argentina está vivo ese espíritu de lucha, ese buscar el cambio?
Nos encontramos en una situación contradictoria, como es inevitable. Hubo algunas conquistas sociales, otras quedaron a mitad de camino. Muchas veces por cálculo político, por especulación, por haber eludido el deber de una edificación social, cultural y política. La democracia no es gratis, no es poner una boleta en una urna cada cuatro años, es una construcción permanente y colectiva, día a día. Democracia y derechos civiles son valores inseparables, si estos se violan, la democracia se debilita hasta que deja de serlo.
Usted fue torturado cuando lo arrestaron en la época militar, en 1977. El nuevo presidente de Estados Unidos acaba de decir que los interrogatorios con ciertas prácticas de tortura han dado resultado. Tan es así que no sería un error volver a usarlas… ¿Con usted dieron resultado?
[El “no” llega con una carcajada]
¿Qué efecto le produce un comentario como ése, a favor de la tortura?
Es propio de una mentalidad totalitaria pensar que el castigo corporal induce a decir la verdad, incluso la que no es verdadera, con tal de que termine la tortura. Trump es un hombre que hará mucho daño, y ya lo está haciendo por la manera como enfoca la cuestión migratoria, la xenofobia que demuestra, el racismo que alienta. Habrá que ver hasta dónde llega, pero si sigue así, poniendo en práctica lo que ha dicho durante la campaña electoral, le hará mucho mal al mundo pero también al pueblo de Estados Unidos, que afortunadamente está reaccionando. Habrá que ver…
Entonces usted cree que hay posibilidades…
En mi opinión, en Estados Unidos no gobierna el presidente; el verdadero poder lo tienen el complejo industrial-militar y las grandes empresas. Ellos serán los que le pongan límites. Obama no pudo hacer grandes cosas; hablaba de cerrar la cárcel de Guantánamo, de terminar la guerra en Irak y en Afganistán, de darle al mundo más seguridad, y ya vimos que no pudo hacerlo. Me lo dijo en una carta. Los republicanos también están divididos y las divisiones se agudizarán; tienen la mayoría en el Congreso pero no son unánimes dentro del partido. Algunos de ellos, aunque son de derecha, tienen una ética y valores, y sienten que Trump los está pisoteando.
¿Trump al mando del principal país de América no puede ser también una oportunidad para el resto del continente? México, que es la frontera de Estados Unidos con América del Sur, y también América Central, se verán empujados por la necesidad a integrarse más con América Latina…
Lo que a mí me sorprende es la lentitud de los gobiernos latinoamericanos para crear estructuras de integración. Existe el Mercosur, la alianza de los cinco países de Sudamérica, la Celac, Comunidad de Estados Latinoamericanos y el Caribe, la Unasur, Unión de naciones suramericanas, que reúne otra docena de países miembros y adherentes… Estas instancias regionales deben ser reforzadas. Y deben formar un frente común para ponerle límites al imperio. Si no, los problemas se irán agudizando en todas partes, en mayor o menor medida.
De acuerdo, ¿pero la amenaza de Trump no puede significar –como ocurrió con Venezuela- que México debe mirar más hacia el Sur e intensificar las relaciones con esa parte del continente de la que fue progresivamente alejándose?
Muy pronto voy a dar clases en la Universidad Nacional de Ciudad de México…
¿Cuándo?
El 17 de abril estaré allí para inaugurar la cátedra de “Cultura de paz y derechos de los pueblos”, como profesor extraordinario. La violencia estructural de este país es tremenda, con enormes complicidades a nivel político. México ha perdido soberanía e identidad… Piense que “el país de los hombres y las mujeres de maíz”, con una variedad extraordinaria de este cereal, cultivado por las poblaciones indígenas desde los tiempos prehistóricos y que tiene más de 38 especies, hoy debe importar maíz transgénico de Estados Unidos para hacer la famosa tortilla mexicana, los tacos. Latinoamericanizarse le hará bien al país…
A la Argentina no le hará bien “mexicanizarse”, como denunció el Papa el año pasado provocando un enorme revuelo. ¿Usted también ve ese peligro cuando visita las periferias?
Donde hay droga, hay venta. Los primeros en caer bajo los golpes de la policía son los “perejiles”, como llaman a los vendedores al menudeo. Por eso bajar la edad de la imputabilidad para los menores, como quiere hacer el gobierno, es una verdadera barbaridad. Que no resuelve nada, nada. Hay que oponerse con firmeza a esa ley. Difícilmente caen los verdaderos responsables del tráfico. Como en México. Estuve varias veces con el presidente de la Comisión de Derechos Humanos de ese país y confesaban mucha impotencia. Es una violencia que se ha convertido en algo estructural, social y cultural…
¿Cultural?
En el sentido de que la violencia como método para regular conflictos y controversias puede convertirse en un instrumento habitual, cuando se acepta y se practica como norma la violencia del más fuerte contra el más débil. Los medios de comunicación inculcan esa mentalidad en los jóvenes. Una gran parte de las películas que se ven, tienen una enorme carga de violencia y la mayoría de las producciones viene de América del Norte. Un niño, un adolescente, un joven marginado y sin formación crítica es presa fácil para esta violencia, la asimila y la practica como algo honorable. La colonización pseudocultural que padecemos los latinoamericanos también induce a la violencia.
¿Sabe que en este momento en Bogotá, Colombia, están reunidos varios Premios Nobel colegas suyos?
Yo fue presidente del “Tribunal de los pueblos” en Colombia, donde se hizo un trabajo de investigación que duró dos años. Presidí el tribunal en Bogotá… Estuve con Santos para apoyar los acuerdos de paz, estuve en La Habana…
¿Por qué no fue ahora?
No tengo claro cuáles son las razones para una reunión de Premios Nobel sin un objetivo fuerte, determinado y claro. Me parece que se corre el riesgo de quemar una instancia de gran valor. ¿Qué van a hacer con los siete millones de prófugos internos? ¿Cómo evitarán que después del desarme de las Farc y su ingreso a la política ocurra lo que ocurrió con la Unión Patriótica, cuyos líderes fueron eliminados uno por uno? Le puedo decir lo que vi en Guatemala después de los acuerdos de paz de 1996. Cuando los prófugos guatemaltecos empezaron a volver a sus tierras descubrieron que ya no tenían tierra. Los mandaron a otra parte y les dieron tierras prácticamente improductivas.
¿Y tiene pensado volver a Roma?
Estuve en mayo y después en diciembre.
[Habla de la tranquilidad de Santa Marta, de un Papa “con buena salud”, “con ánimo”, muy comprometido con el “trabajo de renovación” que Pérez Esquivel sintetiza como “un retorno a la Iglesia del pueblo”. Después apunta contra los críticos a ultranza: “Hay algunos que no quieren ninguna reforma, que se sienten bien así como están y que viven como príncipes. Evangelizar es caminar con el pueblo”].
¿Escuchó que el Papa acaba de decirles a los religiosos que deben “ponerse con Jesús en medio del pueblo. No convertirse en profesionales de lo sagrado”.
El Papa sabe que sin sacrificio no se camina. Él lo sabe y ,como Cristo, lo acepta. Sigue los pasos del Maestro. Y el pueblo de Dios lo sigue a él, y ésa es su fuerza también respecto de esa parte de la jerarquía que no lo sigue.
Un compatriota suyo, el periodista y escritor Horacio Verbitsky, ha vuelto a criticar al Papa como en los viejos tiempos…
Pocos días después de la elección de Bergoglio estaba en Verona, en un Centro misionero. Recibí un llamado telefónico de la BBC de Londres y me preguntaron quién era este hombre. Les dije lo que pensaba y creo haber contribuido a desactivar algunos problemas. Hoy también vale para él lo que dice el Evangelio: el que se sienta libre de culpa, que tire la primera piedra.