El padre José Fuentes, Secretario del Episcopado boliviano, confirmó oficialmente que El 8 de julio, al descender desde El Alto hacia la Paz, el Papa Francesco hará una parada “de silencio y oración” para recodar el asesinato del jesuita español Luis Espinal, en 1980. Pero el padre Fuentes explicó que habrá una pequeña modificación, porque el Santo Padre no llegará hasta la plazoleta, ubicada en la zona de Las Nieves, donde fue encontrado el cuerpo sin vida del misionero, con balas en la cabeza y señales de tortura, al día siguiente de que lo secuestraran a la salida de un cine. El Pontífice hará una parada a la altura del “Plan Autopista” y allí se recogerá en oración silenciosamente algunos instantes.
Durante la visita del Papa a Sudamérica se cumplen 35 años de uno de los crímenes más odiosos y gratuitos del dictador boliviano Luis García Meza (1980-1981), sangriento inspirador de la Operación Cóndor que condujo a la muerte, a menudo con terribles torturas, a miles de latinoamericanos e incluso a ciudadanos europeos. Precisamente en Italia, el 17 de marzo pasado, el juez Alessandro Arturi incriminó a García Meza y a otros miembros de las dictaduras militares de Bolivia, Chile y Uruguay, todos involucrados en la tristemente famosa Operación. El padre Luis Espinal Camps, nacido en España en 1932 (San Fructuoso de Bages), llegó como misionero a Bolivia el 8 de agosto de 1968. Tenía 36 años. Había hecho sus votos de jesuita cuando era muy joven: el 15 de agosto de 1951, y fue ordenado sacerdote en julio de 1962 (a los 30 años). En su adolescencia tuvo grandes pasiones junto con su vocación religiosa: era poeta, periodista y cineasta, y muchas veces decía: “Son todos medios que conducen a Jesús”. Cuando llegó a Bolivia el padre Espinal encontró una situación política, social y económica dramática. En el país se sucedían los golpes militares, las juntas competían en ferocidad y crueldad y la política no conseguía superar los traumas de la guerrilla y del asesinato de Ernesto Che Guevara. El jesuita se sintió inmediatamente involucrado y se identificó con los trabajadores de las minas de estaño, sumidos en la más absoluta pobreza, y de sus mujeres (encabezadas por la mítica Domitila Chúngara (1937-2012)), lo que obviamente le atrajo el odio de los militares, que lo catalogaron como “peligro subversivo extranjero con hábito talar”.
En el curso de su intensa actividad pastoral, que nunca separó del compromiso social, el padre Espinal escribió varios libros, filmó numerosos documentales y dirigió varios programas de radio y televisión. Fue cofundador de la Asamblea de derechos humanos y hasta su muerte fue director del semanario “Aquí”. En 1977, junto con otros manifestantes que pedían democracia y libertad, participó en una huelga de hambre que duró 19 días. Al día siguiente de su secuestro, la noche del 21 de marzo de 1980, encontraron el cuerpo horriblemente mutilado, con una bala en la cabeza, en el km. 8 de la ruta que lleva a Chacaltaya, cerca del río Choqueyapu. Como se comprobó años después en numerosas investigaciones, el asesinato fue ordenado y planificado por el dictador García Meza junto con su asesor, Luis Arce Gómez.