Acullico es una palabra que no todos los latinoamericanos conocen. Detrás del curioso término están el altiplano boliviano, las alturas de la Cordillera y los indios que las cruzan con sus coloridas cargas en la espalda. El “acullico” es una pequeña bola de hojas de coca masticadas que se coloca en la boca entre la mejilla y la mandíbula y allí permanece horas y horas, incluso días enteros, hasta que ha terminado de destilar las sustancias que permiten atenuar los efectos de la “puna”, las grandes alturas donde el organismo no tiene oxígeno suficiente. Es una costumbre tradicional en Bolivia que supone el cultivo, consumo y comercialización, a pesar de las propiedades alcaloides de la coca. Después que obtuvo la despenalización del acullico para su territorio en las Naciones Unidas en 2013, el gobierno de Evo Morales vuelve a la ofensiva para despenalizar la hoja de coca en todas partes y no solo en Bolivia.
El acullico tiene también su día nacional, precisamente el 12 de marzo, y este año se llevaron a cabo manifestaciones en las principales ciudades bolivianas, desde Santa Cruz hasta Cochabamba, Oruro, Potosí, Tarija, Sucre y Trinidad.
El gobierno de Morales apoya decididamente la despenalización, que parece ser inminente.