¿Sabían ustedes que los discípulos de san Ignacio fueron los que introdujeron el fútbol en el país donde el fútbol es vida, arte, pasión de multitudes y sabiduría popular? Ni más ni menos. La revista brasileña Passos lo documenta de manera convincente en un artículo dedicado a la “beleza e as contradições da Copa”. En efecto, allí explica que «entre 1879 y 1881 los jesuitas del Colegio San Luis de la ciudad de Itu, en el estado de San Pablo, visitaron los grandes centros educativos europeos para tomar contacto con experiencias interesantes a fin de introducir prácticas deportivas en sus colegios, “para que todos los músculos funcionaran de manera armoniosa, mientras las lecciones morales derivadas del espíritu deportivo serían asimiladas a través de juegos divertidos y recreativos”». La cita pertenece al libro “Visão de Jogo: primórdios do futebol no Brasil” (Visión de juego: los orígenes del juego en Brasil) del historiador José Moraes dos Santos Neto, y está fundamentada con numerosos documentos, fotografías, actas y diarios escolares de alumnos y docentes. De los cuales se desprende también que los religiosos, cuando llegaron a Francia, “visitaron el colegio de Vannes, donde ya se practicaba el fútbol, y contactaron al padre Du Lac, gran promotor de la introducción del fútbol inglés en las escuelas, porque consideraba que este deporte poseía un correcto equilibrio entre virilidad y moral y era apto para formar jóvenes sanos y buenos ciudadanos”. Siguiendo el consejo del sacerdote francés, los jesuitas fueron a Inglaterra, conocieron el fútbol que se jugaba en la Harrow School y luego se dirigieron a Alemania, donde los educadores utilizaban este deporte junto con la gimnasia alemana. De vuelta a Brasil, los jesuitas “incorporaron el fútbol en sus colegios, considerándolo un instrumento de apoyo pedagógico”.
Después se fue multiplicando hasta llegar a nuestros días, entre virtuosismos y contradicciones de diversos tipos. “Un aspecto que demuestra que el fútbol puede ser vivido de manera no alienante –afirma la revista Passos, del movimiento de Comunión y Liberación- es la reacción de la sociedad brasileña cuando se planteó el problema del racismo. En los últimos cinco meses varios jugadores profesionales brasileños fueron víctimas de agresiones de este tipo: Tinga, del Cruzeiro, Arouca, del Santos, Marino, del São Bernardo, Assis, del Uberlândia, así como el árbitro Márcio Chagas da Silva, oriundo del estado de Rio Grande do Sul. Otro caso emblemático fue el el Daniel Alves, del Barcelona e integrante de la selección brasileña, quien a fines de abril, durante un partido del campeonato español, recogió la banana que le habían lanzado y la comió tranquilamente. Fue un gesto que muy pronto hizo furor en las redes sociales conquistando el apoyo de miles de hinchas de todo el mundo, sobre todo brasileños, que publicaron fotos de ellos mismos comiendo una banana. A la campaña adhirieron también muchos artistas. Las reacciones contra el racismo demuestran que los apasionados del fútbol son perfectamente conscientes de la dignidad de cada persona, prescindiendo del color de la piel, y reconocen en cada una de ellas alguien exactamente igual a sí mismos”.
¿Y las contradicciones? A ese tema la revista brasileña también le dedica su espacio, pero ya llegará el momento de hablar de eso. Cuando hayan terminado los trabajos en curso y el fragor de las multitudes esperanzadas esté un poco más calmado.