EL ROMERO DE GUATEMALA. Así llaman al obispo Juan José Gerardi, asesinado hace 16 años. Acababa de presentar un informe contra los crímenes militares

Murales con Romero y Gerardi lado a lado
Murales con Romero y Gerardi lado a lado

Hace 16 años, el 26 de abril, murió asesinado el obispo de Ciudad de Guatemala, Juan José Gerardi. En conmemoración del aniversario, el 22 de abril se abrió  la cripta donde se conservan sus restos, en la catedral metropolitana, y el día anterior se había inaugurado una exposición de murales y fotografías en la casa parroquial donde lo mataron. El sábado, el arzobispo de la Arquidiócesis de Guatemala, Monseñor Óscar Julio Vian, celebrará una misa solemne y encabezará una procesión con el pueblo hasta la capilla de San Sebastián donde su predecesor fue asesinado una tarde de 1998.

Las semejanzas con el asesinato de monseñor Óscar Arnulfo Romero en el vecino El Salvador son muchas. Dos días antes del crimen de Gerardi, el 24 de abril, el obispo había presentado un informe sobre las violencias cometidas entre 1960 y 1996, durante los años de los gobiernos militares, titulado “Guatemala Nunca Más”, que ya en el nombre evoca el análogo documento argentino sobre los crímenes de la dictadura militar. El informe guatemalteca en cuatro volúmenes reúne las declaraciones de miles de testigos y víctimas de la represión y acusa gravemente a los cuerpos militares del ejército como responsables de la mayoría de los casos. La investigación documenta más de 54 mil violaciones de derechos humanos, torturas, desapariciones, mutilaciones, masacres y vejaciones.

El resultado del minucioso trabajo del obispo hubiera podido llevar a juicio a algunos militares por crímenes de lesa humanidad durante los años posteriores a la firma de los Acuerdos de paz con la guerrilla en 1996. Pero tan solo 54 horas después de la publicación, Gerardi fue sorprendido y asesinado a golpes de piedras en el garage de la casa parroquial donde vivía. El cadáver estaba desfigurado de tal manera que solo fue posible reconocerlo por el anillo episcopal, lo que posteriormente se confirmó con los estudios de laboratorio.

En junio de 2001 fueron condenados a 20 años de reclusión, como autores materiales, el capitán Byron Lima Oliva, su padre, el coronel retirado Byron Disrael Lima Estrada y el sacerdote Mario Orantes. Las organizaciones guatemaltecas de derechos humanos, sin embargo, consideran que todavía no se ha esclarecido quiénes fueron los autores intelectuales del delito.

En el mes de julio de 2012 el coronel Byron D. Lima Estrada fue puesto en libertad por haber cumplido la mitad de la condena. Por la misma razón recuperó la libertad el sacerdote Mario Orantes en diciembre de 2013, avalado por la certificación de buena conducta de las autoridades penitenciarias.

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